sábado, 17 de diciembre de 2011

De la muerte y otras malas costumbres irreparables

El jardín se llena hoy de malas hierbas, de las peores hierbas, y es en vano arrancarlas. La muerte al final simpre ganará la partida.


La muerte es viuda.

Por el grifo de la pistola mana el líquido terrible de la muerte.

Al final resulta que no seremos naturales de donde hemos nacido, sino de donde hemos muerto.

Lo más misterioso de las calaveras es que no sabemos de qué se ríen.

Es irracional, infundado y absurdo el miedo que se tiene a los cementerios. En los cementerios nunca muere nadie, está uno a salvo de morir. Sólo se muere fuera de ellos.

Asociación de ideas: ver un hombre con una guadaña siempre nos parecerá un aviso de la muerte.

El latín es una lengua muerta porque a los muertos se les pone en la lápida "Requiescat in pace", que es latín.

La única amistad duradera es la de los muertos que son enterrados en una fosa común.

¿De qué murió la Muerte? Murió de inmortalidad.

Todos los muertos son unos calaveras.

Cementerio: hotel en el que sólo suele haber camas individuales y que es muy frecuentado por personas de la tercera edad.

Los nichos de los cementerios son rascacielos que crecieron apaisados.

Visitando los cementerios se puede comprobar el grado de estupidez de algunas personas al instalar a sus seres queridos en tumbas más o menos suntuosas, como si al difunto le pudiera importar ya todos esos adornos a veces excesivos con que se rodea la lápida. Tiene uno la sensación de estar viendo una enorme urbanización, con sus chalets variopintos extendiéndose hasta la lejanía. Más que la presencia de tanto muerto, lo que impresiona de esos lugares es el agobio, la falta de espacio, el no dejar casi resquicios para que crezcan las plantas o las flores. Y todo alredodor, esas enormes moles apaisadas que son los nichos, donde de verdad bulle la vida del más allá. Los nichos son los edificios modernos, funcionales, donde se convive con una serie de vecinos colindantes por arriba, pr abajo o por los lados. Y, lo mismo que sucede en la vida real, debe haber vecinos de nicho molestos, ruidosos, roncadores, con dificultades para dormir el sueño eterno, chismosos, huidizos, exhibicionistas, etc. Y lo peor es que todos esos vecinos te acompañarán eternamente, hasta el juicio final.

Los muertos son inmortales.

Una cosa que no se debería hacer es enterrar a los muertos con los zapatos puestos. A la irremediable tristeza de estar muerto se añade la eterna incomodidad del calzado, y cuando se les hinchen los pies ni siquiera tendrán el alivio de estar descalzos.

Todos los cementerios se comunican entre sí.

Una comitiva fúnebre es una reunión de vivos que se van a comer a la salud de un muerto.

El reloj de la muerte es el único que no atrasa.


Juan Balleste®

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