sábado, 6 de diciembre de 2008

Gatos

De las muchas greguerías que nos dejó Ramón acerca de los gatos, vamos a recordar ahora algunas de ellas:


El gato es una gárgola que se pasea por casa.

Cuando se mira los ojos del gato durante el día parece que se les ha quedado encendida la luz de la alcoba.

Un gato subido a un árbol cree que se ha independizado del mundo.

Ojos de los gatos: dos uvas que miran.

El gato asiste a la tertulia como si le diese sueño la conversación.

No os olvidéis que los maullidos del gato significan dolor de amar o de haber amado.

Los fotógrafos hacen constantemente fotografías a los gatos; pero los gatos son los que hacen las mejores fotos a los fotógrafos.

En los ojos mefistofélicos del gato se ve un resquicio del infierno.

Gato: máquina de calcular los sueños.

El gato se hace el muerto para que lo dejen dormir la siesta.

Un chino inventó al gato.

Los gatos tienen el alma de sonámbula.

No es tan viejo el gato como para tener bigote blanco.

Las orejas del gato están preparadas para oír lo negro y lo blanco.

Atardecer: el gato enciende sus candiles.

El gato enrollado en la silla es una corona de sueño de gato.

El gato sería un buen ladrón nocturno.

Los gatos del zoológico están tristes porque no tienen jaula con su tarjeta.

En los ojos del gato hay un asombro reblandecido frente a supuestas perversiones que parece ver en el bajo fondo de las habitaciones.

Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.

Los ojos del gato tienen la tristeza, la lágrima redonda de no poder ser más que ojos de gato.

El gato deslumbra al ratón con sus ojos de luz como los faros del automóvil al conejo.

El gato tiene pelo de presidiario.

Lloran los gatos en la noche porque hubieran querido nacer niños en vez de gatos.

Los gatos son los que pintan de negro las chimeneas.

Si los gatos se subiesen unos sobre otros, llegarían a la luna.

Cuando el gato eleva su cola en forma de interrogación, pregunta: "¿Qué hora es?".

El gato de la carpintería vigila y defiende el cacharro de la cola.

A los gatos se les salen los ojos mirando cualquier cosa, como si comprendieran la esencia profunda de que están formadas.

El mayor compromiso de la vida es tener que regalar los siete gatos que le han nacido a la gata.

Cuando un gato bosteza parece un tigre.

La gran duda del atardecer que pasa por la imaginación de la vieja del gato es si estará alimentando a Lucifer.

No nos acercamos al gato muerto como si estuviésemos seguros de que se ha ido al infierno.

El grito más agudo de la noche es el del gato que se queja de una indigestión de ratones.

En el gato se despereza la S.

Los gatos negros se tiñen de noche.

Misterio de la vida humana; se comienza siendo gato negro y se acaba siendo gato blanco.

Un gato con dos colas trastornaría el pensamiento.

El gato cree que la luna es un plato de leche.

Al ver los ojos del gato se piensa que los ha robado de los botones que hay en el costurero.

El gato mira la tertulia como si le diese sueño la conversación.

Es tan humorístico el "miau" de los gatos que parece que los gatos maúllan en broma, imitándose a sí mismos en son de burla.

Gato: la máquina fotográfica del misterio.

El gato os mira como si fuéseis su reloj.

Cuando en la noche pasa un gato corriendo al pie de la casa le pone zócalo de gatos.

Ya estaba en su final el congreso de peletería cuando el gato pidió la palabra y dijo: "Protesto de que ni una sola vez se haya pronunciado mi nombre".

Si nos limpiasen los gatos, quedarían bien los zapatos.

El gato es al único que no puede dársele gato por liebre.

En el gato se nota el pensamiento rencoroso del felino.

Cuando se miran dos gatos, parece que se magnetizan encandilándose.

El gato que cruza la calle en la noche conoce subterráneos miste­riosos y pa­rece un tigre en una selva, un tigre por cómo adopta pos­turas de tigre y se desenvuelve y se produce como un tigre en el desierto, como un tigre cauteloso y furtivo.

Cuando el automóvil aplasta un gato se ven rodar por la cuneta dos ojos luminosos, como dos gemelos escapados a unos puños.

El gato sólo admira al hombre cuando echa un leño más en la chimenea.

Los gatos asisten al "night club" del tejado.

Un gato muerto en la calle da una sensación horrible, como la de los vestiglos y los monstruos con almas quiméricas y misteriosas que vimos matar en los cuentos de niños... Un perro muerto y tira­do en la calle también conmueve, un ratón repucha como lo pestí­fero, pero un gato sobrecoge y da un escalofrío trágico, macabro, luzbeliano.

La hora presuntuosa es cuando el gato se riza los bigotes.

El gato es tan discreto que cuando ve a su dueño andarse en la nariz cierra los ojos.

El gato en el jardín es indiferente a las flores, pero no a los pájaros.

Los gatos nos rizan los bigotes de los pies.

El que come gato ve en la oscuridad.

Al enfermarse un gato celebran junta de médicos los otros gatos en el sótano del cristal roto.

El gato rubrica todos sus pensamientos con la cola.

El gran conflicto del gato es poder dar carrera a esos seis gatitos que salen al mundo de una vez.

Los gatos siempre están espantados -se ve en sus ojos- con la muerte y con la catástrofe próxima, que sólo ellos presienten.

Esos gatos gordos, pausados y grandes que se asoman a los escaparates, revelan la prosperidad y la molicie secreta de los comercios, son lo más regalado de la tienda de algo misterioso y ruinoso, del ratón de la ruina, que es otro ratón distinto al ratón vulgar.

El gato del café se convirtió en aparato telefónico para los que no tienen una moneda para comunicarse.

¿No veis que los ojos del gato están asustados con lo que ven? Es que ven cómo pasa la arena de vuestra vida en el reloj que sois y no veis.

El gato tiene desde joven los bigotes blancos.

Lo malo, lo fuerte de la negrura de los gatos, es que es la negrura del pasado, de la noche de los siglos.

El gato no es nunca nuestro hijo, sino un tío jubilado de bigote blanco.

Los ojos de los gatos están mirando por el ojo iluminado de la cerradura de la alcoba del misterio.

El gato parece estar oyendo por sus orejas alertas cuentos verdes.

®amón

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