domingo, 7 de diciembre de 2008

Los mecheros

Han aparecido algunas malas hierbas en el jardín que se refieren a los mecheros, esos objetos caprichosos que acompañan a los fumadores donde quiera que van. No ha habido forma de arrancarlas, de forma que así se quedan.

Los mecheros son promiscuos e infieles. Se mezclan sobre las mesas, tienden a agruparse en los rinco­nes más inverosímiles y nos abandonan a la primera ocasión.

Hay unos mecheros bromistas que producen llama con normalidad, pero que se apagan en cuanto per­ciben que se les arrima un cigarrillo.

Hay unos mecheros chapuceros que se estropean y pierden alguno de sus componentes al poco tiempo de tenerlos, sin posibilidad de arreglo. Suelen ser una burda imitación de algún otro de marca presti­giosa.

Hay unos mecheros duros que nos producen un callo en el dedo al encender con ellos, debido a que alguna de sus piezas no está debidamente ajustada.

Hay unos mecheros elegantes que son la envidia de sus semejantes por su diseño, color o material con el que están fabricados.

Hay unos mecheros gamberros, que por mucho que uno se empeñe sueltan siempre un fogonazo que nos quema las cejas.

Hay unos mecheros huidizos que siempre se esconden y tienen tendencia a escapar de la vigilancia de sus dueños.

Hay unos mecheros inútiles que se guardan después de quedar vacíos, y que sólo sirven para rodar por los cajones. Suelen desaparecer con las mudanzas o en algún otro acontecimiento de parecidas caracte­rís­ticas.

Hay unos mecheros modernos, de diseño vanguardista, que sin embargo suelen resultar poco útiles a su propietario.

Hay unos mecheros pirotécnicos que cada vez que son empleados arrojan una pequeña lluvia de chis­porroteos y que suelen tener una llama irregular.

Hay unos mecheros que nos recuerdan a los enfermos crónicos, porque parece que ya no les queda gas y sin embargo aún son capaces de encender nuestro cigarrillo con una levísima llama.

Hay unos mecheros remolones que encienden cuando les da la gana, casi nunca a la primera.

En el establecimiento anunciaban: "Se cargan mecheros". Y efectivamente, les llevé dos y se los carga­ron.

Juan Balleste®

No hay comentarios:

Publicar un comentario