sábado, 19 de septiembre de 2009

Ya está aquí el otoño

Ya está aquí el otoño, bruscamente, un tiempo de melancolía y sosiego, un tiempo para disfrutar la vida con lentitud, saboreándolo como una infusión que el tiempo prepara con las hojas secas.

Y para recordar el otoño, nadie como el maestro Ramón Gómez de la Serna, del cual dejamos una pequeña muestra de greguerías otoñales.


El otoño es una primavera a la que se le caen las hojas.

Nos sorprende la caída de las primeras hojas del otoño, como si el árbol hubiese dejado caer sus guantes.

Los cisnes en el otoño temen no poder bogar de tantas hojas como cubren los estanques.

Las lagartijas meten un ruido de grandes serpientes entre los matorrales, sobre todo en el otoño, cuando las hojas suenan como papales secos. Entonces hasta parece que rebulle entre las hojas una serpiente boa o un caimán.

Las mariposas de otoño salen con el color rojizo de las hojas secas y las barre el mismo viento a unas y a otras.

El otoño es un príncipe que entra en su palacio de cristal por el paso de alfombra de hojas.

Las hojas secas preparan la tila del otoño.

¡Qué indecentes esas últimas moscas del otoño tardío, que en la desesperada efusividad de su hora agónica se empeñan en darnos un beso!

Los pájaros del otoño nos debían traer la hoja seca con nuestro horóscopo.

El viento es requerido por el otoño para poder arrancar las hojas de los árboles.

Al jardinero le horroriza el otoño porque se le descose todo el jardín.

Las hojas que caen son participaciones que el otoño nos regala para su rifa.

El otoñecer es un trivial entretiempo que se diferencia del otoño como el atardecer del anochecer.

Cuando comienza el otoño, el ser humano quisiera esconderse en el armario como la tortuga, para esperar la próxima primavera, pero saca de él ropas de invierno.

®amón

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