domingo, 30 de noviembre de 2008

A todo tren

En un jardín no solamente hay belleza. Por desgracia también viven y se desarrollan plantas o animales nocivos para el resto de sus moradores. Algo así sucede en este peculiar Jardín de los instantes perdidos, que, como no podía ser menos, también está lleno de malas hierbas. Es inútil tratar de arrancarlas... Salen y vuelven a salir una y otra vez.

He aquí algunas malas hierbas referidas a los trenes. Espero que los lectores sepan disculpar al autor de semejante desaguisado, y que los daños que produzcan sus torpes zarpas en este reducto de armonía sean mínimos.

Los trenes son los más terribles ofidios.

A muchos les gusta ver pasar los trenes desde tierra firme. Es mejor ver pasar la tierra firme desde los trenes.

El pitido del tren es el despertador del paisaje.

La ventanilla del vagón de tren nunca es ella, siempre es la de en frente.

Todos los pitidos del tren encubren un crimen.

Las ventanillas del tren van diciendo ¡adiós! al paisaje.

Los trenes andan arrastrando los pies.

Soñaba que estaba viajando en tren, pero luego apareció el revisor y, como no tenía billete, le hicieron despertar en la siguiente estación.

Si nos quedamos dormidos en el tren o en el autobús tendremos forzosamente sueños viajeros.

El tren va haciendo el jersey del paisaje por los rieles por los que pasa, y por eso cuando lo termina cambia de agujas.

Locomotora es la loca que se mueve (o la locomotora se mueve como un loco).

Las ventanillas de los trenes son epilépticas.

Juan Balleste®


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