jueves, 20 de noviembre de 2008

De refranes y términos afines

Refrán... Palabra que nos transporta a la cultura popular, al mundo rural de antaño, que nos trae reminiscencias de algo rancio y trasnochado, pero que es también un trozo de nuestra historia, que nos dice mucho de la manera de vivir y de pensar de generaciones pretéritas.

Refrán... Frase o dicho que encierra experiencias personales, filias y fobias, tópicos y consejos que en muchas ocasiones resultan útiles hoy en día.

Refrán... algo muy nuestro, no importado de remotos lugares ni producto de las modas pasajeras. Algo que está ahí, como las colecciones de cuadros en las pinacotecas, que se han de visitar poco a poco, quizá degustando unas pocas salas cada vez para no darse un empacho innecesario.

Refrán... expresión por la que el tiempo no pasa; pozo sin fondo en donde siempre podremos sacar agua para aliviar nuestra sed de sabiduría; amigo silencioso que nos espera por si en algún momento tenemos necesidad de él...

Pero... ¿qué es técnicamente un refrán?

Un refrán es una frase completa e independiente, que, en sen­ti­do direc­to o alegórico, y, por lo general, en forma sen­ten­ciosa y elíptica, expresa un pensamiento a manera de juicio, en el que se relacio­nan por lo menos dos ideas: Quien siembra vientos, recoge tempestades; A perro fla­co todo son pulgas.

De origen rural y marcadamente popular, el refrán suele venir expresado en verso, empleando rima por lo general asonante.

Sin embargo, hay ciertas locuciones que sin ser refranes, se aproximan mucho a ellos, y eso nos lleva a distinguirlos, siquiera sea de forma sucinta, del proverbio, sentencia, adagio, aforismo, dicho, apotegma, máxima o axioma, por citar sólo algunos términos.

El refrán suele circunscribirse a expresar una realidad evidente, que no requiere más expli­ca­ciones, aunque a menudo incluye figuras retóricas, como la me­tá­fora, proso­po­peya, ironía, antítesis, etc.

El proverbio, sin embargo, va un paso más allá y pretende servir de consejo o adver­tencia: Nadie mide la profundidad de un río con ambos pies.

El adagio comparte las características de los anteriores, pero revestido de un aura poética, o como alguien dijo, un ‘refrán de sangre azul’, por encima del localismo y de la cortedad de miras que tienen algunos refranes: Haz bien y no mires a quién.

Respecto al apotegma, lo que lo diferencia del resto es el haber sido pronunciado por una persona importante y de relieve: Lo bueno, si breve, dos veces bueno (Baltasar Gracián).

La máxima por su parte suele tener un trasfondo trascendente, de más altura que el simple refrán o el proverbio, aunque quizá no de tanta como el apotegma: La juventud es un defecto que se cura con el tiempo.

La sentencia, muy parecida a la máxima, pretende poner quizá una nota doctrinal y categórica que ésta no tiene: El más áspero bien de la fortuna es no haberla tenido vez alguna. (Ercilla).

Por lo que se refiere al aforismo, se trata de una norma de conducta o una regla de oro para manejarse en una actividad o en el difícil arte de vivir: Ars longa, vita brevis (Hipócrates).

Por último, se considera axioma a una proposición tan clara y evidente que no necesita demostración alguna: El todo es mayor que las partes.

Quizá el denominador común de todos estos subgéneros sea el dicho, que no es otra cosa que un conjunto de palabras con que se expresa oralmente un concepto cabal.

En la práctica, sin embargo, vamos a encontrar refranes que participan de las carac­te­rísticas de los otros subgéneros, al incorporar, como ya hemos dicho antes, juegos de pa­labras, metáforas, hipérboles y otros artificios, con lo que la frontera entre unos y otros sigue estando difuminada y no pocas veces una misma frase podrá ser considerada a la vez como refrán y proverbio, o como refrán y aforismo, etc.

He aquí algunos de los refraneros o colecciones de refranes más importantes en nuestra lengua:

Refranes que dicen las viejas tras el fuego, de Íñigo López de Mendoza (marqués de Santillana), 1499.
Adagios y fábulas, de Fernando de Arce, 1533.
Libro de refranes, de Pedro Vallés, 1549.
Refranes y proverbios en romance, de Núñez de Guzmán, 1555.
Refranes, de Francisco del Rosal, 1560.
La Philosofía vulgar, de Juan de Mal-Lara, 1568.
Teatro universal de proverbios, de Sebastián de Horozco, 1599.
Vocabulario de refranes, de Gonzalo Correas, 1627.
Refranes y modo de hablar castellano, de Jerónimo Martín Caro Cejudo, 1675.
El gran Piscator de Salamanca, de Diego Torres Villarroel, 1755.
Refranes o proverbios de los judíos españoles, de Kayserling, 1889.
Catálogo paremiológico, de Melchor García Moreno, 1918.
Floresta de Refranes, de Francisco Rodríguez Marín, 1926-41.
Refranero general ideológi­co español", Luis Martínez Kleiser, 1945.
Diccionario general de frases, dichos y refranes, de Eva Espinet, 1991.

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